sábado, 28 de junio de 2014

Examen Parcial

Hola a todos:

Información importante (que ya fue anunciada en clase y reitero aquí):

Primer Examen Parcial 
Viernes 4 de julio 
en horario habitual de clases

Temas:
Batracomiomaquia
Odisea (cantos I al VII)
Eneida (libro I)
Teoría de Lírica (que pueden estudiar en los artículos de este blog "Lírica griega arcaica..." y "Métrica y ritmo en la poesía grecolatina")

En la clase anterior al parcial controlaremos el cuestionario sobre Odisea y Eneida.

Cordialmente,
Patricia Calvelo


Lírica griega arcaica: géneros, especies, representantes

Hola a todos:

Aquí publico lo prometido: una síntesis introductoria a la lírica griega arcaica. Este tema se complementa con "Métrica y ritmo en la poesía grecolatina", artículo que pueden leer en este blog haciendo click en la entrada "métrica" en el índice de la derecha. También pueden enriquecer y completar el tema con el artículo titulado "Los juegos", pero este último no entra en el parcial.

Lírica griega arcaica: introducción

Desde una perspectiva tradicional (y que ya casi se podría calificar de perimida[1]) en literatura se considera la existencia de tres grandes géneros: narrativa, lírica y dramática. Dentro de cada uno de esos géneros, a su vez, existen especies literarias, esto es, composiciones cuya naturaleza las inscribe en el género mayor, pero que por diferencia de forma, extensión, contenido, etc., se clasifican dentro de distintos grupos. Así, por ejemplo, en literatura española, la copla y el romance pertenecen al género lírico, pero son dos especies muy distintas porque tienen diferente métrica, rima, estructura y extensión.

Por otro lado, cuando hablo de subgéneros me refiero a una clase intermedia entre el género (clasificación general y amplia) y la especie.

En lírica griega arcaica se suelen considerar cuatro grandes subgéneros[2]: la elegía, el yambo, la lírica monódica o personal y la lírica coral. Vamos a definir cada uno de estos:

Lírica personal o monódica: la palabra monódica proviene del griego y quiere decir “el canto de uno solo” (monos: “uno solo” y odé: “canto”). “Personal” y “monódica” son, pues, sinónimos. La lírica personal es aquella que compone un poeta para ser cantada en forma individual –expresa también sentimientos o experiencias personales, íntimas, en un tono suave y delicado, lejos de la agresividad característica del yambo–  con el acompañamiento de un instrumento que es, en general, la lira. De ella toma precisamente su nombre el género lírico. La lira era un instrumento de cuerdas que se tañía con ambas manos. Se interpretaba ante un público reducido en ocasiones como banquetes o simposion. La métrica es variada, cada poeta crea su verso y estrofa. Safo, por ejemplo, crea un verso y una estrofa llamados sáficos; Alceo, la estrofa alcaica. Los dialectos en que se compone son principalmente el eolio –en el que se expresaron estos dos poetas– y el jónico –empleado por Anacreonte–.

Lírica yámbica o Yambo: la estructura se basa en el pie del mismo nombre: el yambo, compuesto por una sílaba breve y una larga. El yambo posee un ritmo dinámico, casi podría decirse violento, en consonancia con los temas que trata, pues principalmente se aboca a la invectiva personal, la burla sexual, la crítica de vicios y costumbres. Es decir, tiene un tono satírico y agresivo. El dialecto es un jónico coloquial, casi despojado de adornos.
El principal representante de este género fue Arquíloco de Paros (primera mitad del siglo VI a.C.). Algunos sostienen que él inventó ese pie métrico. Se cuenta que Arquíloco amaba a una muchacha llamada Neobulé, con quien estaba comprometido. El padre de la joven, Licambes, viendo en otro hombre un mejor partido para su hija, no dudó en romper el compromiso para arreglar un matrimonio más conveniente. Arquíloco reaccionó componiendo yambos terribles contra la familia –conservados en el llamado Papiro de Colonia–. En sus composiciones el poeta acusa a su ex prometida de no tener moral, y relata detalladamente un encuentro sexual con su hermana menor. Según la leyenda, Licambes y sus hijas, avergonzados por esos versos, se suicidaron.
Otro poeta yámbico fue Simónides (siglo VII a.C.), menos mordaz y personal en sus ataques. Es célebre una composición suya en que ataca a las mujeres, comparándolas con distintas especies animales, como poseedoras de los peores vicios característicos de cada una de esas especies.

Lírica elegíaca o Elegía: Elegía significa, etimológicamente, “lamento”. Hoy en día llamamos elegía a una composición fúnebre, o dicho en otros términos, a un poema que lamenta la muerte de alguien o la pérdida de algo muy amado. En la literatura griega y luego en la latina, en cambio, este género no se definía por su contenido temático sino más bien por su estructura formal, ya que se denominaba así a todo poema compuesto en dísticos elegíacos –esto es, una estrofa compuesta por dos versos: un hexámetro y un pentámetro–. En la Grecia arcaica la elegía admitía variadas temáticas y posteriormente, en Roma, fue principalmente amorosa. En los siglos VII y VI a.C. se dieron en Grecia las siguientes especies elegíacas:
  • Elegía guerrera: sus representantes más destacados fueron Calino y Tirteo, este último creador de la embateria o canto de combate.
  • Elegía política: Solón –el famoso legislador griego– es el nombre destacado en esta especie. Se cuenta que luego de la pérdida de la isla de Salamina, se prohibió por ley –y bajo pena de muerte– hacer mención a este hecho. Solón se presentó en el ágora mal vestido y desgreñado y fingiéndose loco declamó una elegía en la que exhortaba a los atenienses a recuperar la isla. A tal punto enardeció los ánimos que logró que los atenienses se armaran y reconquistaran Salamina.
  • Elegía sentimental: Mimnermo es el más destacado cultivador de esta especie.
  • Elegía moral: esta especie tiene a Teognis como su más célebre representante.
  • Elegía sentenciosa: Focílides puso en dísticos elegíacos sentencias y proverbios que expresaban condensadamente la sabiduría popular.

Lírica coral: es compuesta por un poeta para ser interpretada luego por un coro. Difiere de la lírica personal por expresar más bien sentimientos comunes a un grupo o comunidad. La lírica coral celebra acontecimientos de carácter social o religioso; es compuesta para ser cantada en esos eventos.
Los cantos de la lírica coral se clasifican en:
  • Religiosos:
    • Peán: en honor de Apolo
    • Prosodion: canto de procesión
    • Parteneo: dedicado a Atenea
    • Hiporquemo: a Apolo o Artemisa
    • Ditirambo: en honor de Dionisos
    • Himnos: a diversos dioses
  • Profanos:
    • Himeneo: canto de boda
    • Treno y nenia: cantos fúnebres
    • Epinicio: para el vencedor de los juegos
    • Encomio: elogio del huésped de un banquete a su anfitrión
    • Himno: cantos en honor de los héroes

Muchos de los cantos de la lírica coral nacen como composiciones anónimas y colectivas, y luego son practicadas por poetas que las elevan a una categoría artística. Tal es el caso, por ejemplo, del ditirambo, que existía como canción que celebraba a Dionisos, dios del vino, y se cantaba en celebraciones religiosas en honor a él. El poeta Arión empezó a componer ditirambos y les dio una métrica y estructura fija, los embelleció con expresiones más trabajadas, etc.
Hay que señalar también que a la belleza del canto colectivo se añadía la estética corporal, ya que los coros griegos no se limitaban a cantar sino que también danzaban al compás de la música. De hecho, la palabra griega coro significa “danza”.
Shökel señala los siguientes representantes:
  • Iniciadores de la poesía coral:
    • Taletas
    • Almanio o Alcman
    • Arión
  • Perfeccionadores:
    • Estesícoro
    • Íbico
    • Simónides
    • Baquílides
  • En la cumbre del género:
    • Píndaro






[1] La novela, por ejemplo, si bien nació como una “especie” del género narrativo, ha cobrado tanta importancia, presenta tanta variedad de formas, trata tantas temáticas, que ya ha pasado a constituir un género.
[2] Aquí hay básicamente dos posturas: algunos teóricos consideran cuatro grandes subgéneros (elegía, yambo, lírica monódica y lírica coral) y otros contemplan únicamente dos: la lírica monódica y la coral, y dentro de la primera incluyen la mélica (que es la que presento aquí como “monódica” propiamente dicha), la yámbica y la elegíaca. 

martes, 17 de junio de 2014

Los Juegos en la antigüedad

Ya que estamos en medio de la efervescencia de un mundial de fútbol, les paso este fragmento sobre los juegos en la antigua Grecia... 
Los Juegos
Los juegos consistían en competencias atléticas de gran envergadura: la carrera, el salto, la carrera con armas, las carreras de carros y de caballos, el pugilato y el pancracio eran los principales.
Podían participar en los juegos todos los helenos libres, de buena familia y de buena fama; once meses duraba el entrenamiento en el mismo campo de los juegos.
Multitud de espectadores de todas las repúblicas griegas se reunían para contemplar el máximo espectáculo y para hacer gala de sus riquezas o del fasto de su nación; también podían asistir los esclavos; solamente las mujeres tenían cerradas las puertas.
La prueba se realizaba por eliminatorias sucesivas y el vencedor recibía un pequeño premio material, más bien simbólico: una corona del olivo plantado por Hércules y cortada con cuchillo de oro por muchacho escogido; pero el premio de la gloria era inmenso: su nombre, el de sus padres y patria era proclamado por los heraldos, tenía derecho a poner su estatua en el recinto sagrado, y en su ciudad rompían un trozo de muralla para que por esta puerta penetrase el vencedor; en Atenas se le concedía un regalo de 500 dracmas, la presidencia de todas las fiestas y era mantenido en el Pritaneo1 a expensas del erario público; se le erigían estatuas en los gimnasios y a la entrada de los templos; un poeta se encargaba de cantar sus glorias en los cantos llamados epinicios.
Para un griego era la máxima felicidad el obtener una corona en los juegos; pero para los helenos los juegos eran mucho más.
En primer lugar, exaltaban en ellos la belleza corporal, la destreza y la agilidad, dones muy estimados por aquellos artistas plásticos por excelencia.
En segundo lugar, los juegos de Olimpia servían para fijar la cronología oficial, y aún actualmente son fuente muy precisa para determinar con exactitud las fechas de la historia griega.
Finalmente, los juegos eran un poderoso vínculo de unión de todos los griegos. Cuando llegaba la época, se proclamaba la tregua sagrada y cesaban todas las hostilidades; numerosos mensajeros eran enviados a todas las ciudades para invitar a las fiestas, tenían algo de peregrinación, en la que los griegos, tan amigos de las diversiones, palpaban su parentesco espiritual y su posición preferida entre otras razas; entre los nombres de los vencedores aparecen atletas de todas las regiones griegas, hasta Sicilia y el Asia Menor.
Los más importantes de todos los juegos y los que reunían eminentemente las cualidades señaladas eran los Juegos Olímpicos, celebrados en honor de Zeus; pero además de éstos existían en Delfos los Juegos Píticos, en honor de Apolo, que comenzaron por competiciones musicales y poéticas y añadieron después pruebas gimnásticas; el premio era una corona de laurel. Los Juegos Nemeos se celebraban en honor de Hércules en el valle de Nemea; incluían certámenes literarios y gimnásticos y entregaban por premio una corona de apio. En Corinto, y en honor de Poseidón, se celebraban los Juegos Ístmicos. Además de éstos, muchas de las ciudades tenían sus certámenes particulares, que no alcanzaban la envergadura internacional de los cuatro indicados. El juicio sobre los juegos lo resume Weiss así:

En general, estos juegos son característicos para conocer al pueblo griego, y no se puede desestimar su importancia para toda su vida. Eran fiestas religiosas, homenajes ofrecidos a los dioses, de los cuales creían que se alegraban con las alegrías de sus adoradores, con su hermosura, fuerza y habilidad. Un alma intrépida y bella en un cuerpo sano, hermoso y fuerte: he aquí lo sumo para el griego. Los dioses eran para los helenos hombres más hermosos, y en su veneración procuraban hacer alarde de lo más bello que tenían en sí. Tenemos ante nosotros un pueblo de artistas. Fue una ventaja que la tregua del dios pusiera coto a las guerras ruinosas; que por la congregación de tantos se adquiriera el conocimiento mutuo, se aclararan las ideas y, principalmente, se despertara en cada uno el sentimiento, alentador y restaurador, de que era miembro de un pueblo favorecido por los dioses, grande y espiritualmente muy superior a todos los pueblos. 
Schökel, Luis Alonso. Historia de la Literatura Griega y Latina. Santander: Sal Terrae. 1962.
1. Pritaneo. En las antiguas ciudades griegas, edificio donde se guardaba el fuego sagrado.